Raquel Gutiérrez Sebastián participó como mantenedora de las Justas Literarias de Reinosa con un discurso sobre Demetrio Duque

La vicepresidenta de la Sociedad Menéndez Pelayo (SMP), Raquel Gutiérrez Sebastián, participó como mantenedora de las Justas Literarias de Reinosa cuyo acto central se celebró en el salón de actos del Instituto Montesclaros de Reinosa, ya que el Teatro Principal de la localidad se encuentra en obras.

En el acto se entregó el Premio Nacional de Poesía de las Justas Literarias a José Carlos Díaz Pérez por su poema titulado “La razón de la nieve”, así como el Premio del Concurso de Cuentos José Calderón Escalada a Francisco Inclán Cervera, por su relato “Autoficción”.

El discurso de la mantenedora, Gutiérrez Sebastián, se centró en la figura del periodista y poeta reinosano, Demetrio Duque y Merino.

Demetrio Duque y Merino nació en Reinosa en 1844. Estudió el bachillerato en el colegio de los padres Escolapios de Villacarriedo y en Palencia. Posteriormente se trasladó a Madrid donde estudió Filosofía y Letras.

En la capital de España comenzó a colaborar en la prensa, regresando a Cantabria para dedicarse a sus aficiones literarias, a la lectura (reunió una gran biblioteca), a dar clases y al periodismo local.

Entre 1884 y 1890 funda y dirige uno de los primeros periódicos reinosanos, «El Ebro». También escribe artículos costumbristas y de crítica literaria en «El Atlántico», «El Día», «Nuevo Mundo» de Madrid, y «El Correo Español» de La Habana.

Su obra literaria incluye poesías, ensayos y sobre todo artículos costumbristas, como gran admirador del novelista José María de Pereda.

Entre sus obras se encuentran «El argumento de Amadís de Gaula» (1881), «Nuevas antigüedades recién descubiertas en Julióbriga» (1885), «El último carretero» (1888), «Panojuca» (1889), o «Contando cuentos y asando castañas» (1897) que obtuvo el premio de la Real Sociedad Cantábrica de Amigos del País. Entre los miembros del jurado de este certamen estuvo Marcelino Menéndez Pelayo, que señaló que el trabajo de Duque “debe ser tenido como excelente en su género, así por la amenidad de la narración y difícil facilidad de su diálogo cuanto por el sabor profundamente montañés de su estilo”.